Antes de entender cómo se abordan los problemas conductuales, es necesario conocer cómo se adquieren. Si bien es cierto, existen varios factores involucrados, desde la psicología conductual el aprendizaje de conductas se da en la experiencia diaria.
Es en base a las consecuencias inmediatas obtenidas frente a cualquier conducta que los niños aprenden a adquirir o disminuir esas mismas conductas o comportamientos emitidos. Las consecuencias agradables o reforzadores incrementan la probabilidad de que una conducta se repita en el futuro; por el contrario, las respuestas desagradables o ausencia de respuestas agradables disminuirá la probabilidad de repetición de una conducta. Es así, que es importante analizar qué estamos haciendo padres, familiares, docentes y entorno en general frente a la conducta de nuestros niños. Si, por ejemplo, a tu niño se le cae algo al piso y tú lo recoges, la consecuencia es agradable, tu pequeño no tiene que esforzarse por recoger lo que se le cae o bota; por lo tanto, si esto es cotidiano tu hijo aprende a dejar botadas las cosas que usa. Veamos un segundo ejemplo, si tu hijo insiste irritado que le compres una golosina a pesar que le dices que no y luego cansado(a) por la insistencia dices «te compro la galleta, pero te la comes después del almuerzo», la consecuencia una vez más es agradable, el niño obtiene que se acceda a su pedido a través de una conducta inadecuada; insistir. Por lo tanto, si esto se repite en otras ocasiones la conducta de insistir puede ir consolidándose o magnificándose hasta convertirse en una conducta problema.
Hasta el momento hemos visto dos ejemplos sobre cómo las consecuencias agradables refuerzan y consolidan conductas inadecuadas. Ahora veamos cómo consecuencias desagradables o ausencia de consecuencias agradables limitan la posibilidad de aprender conductas adecuadas. Si tu hijo se sienta para iniciar las clases virtuales y permanece atento por algunos segundos o minutos, está presentando una conducta adecuada; sin embargo si no recibe ningún reconocimiento, felicitación o atención por ello estás perdiendo la oportunidad de enseñarle a tu hijo a mantener dicha conducta a través de la ausencia de respuestas agradables; si por el contrario esperas a que se distraiga, se ponga de pie o no trabaje durante la clase para decirle algo, tu hijo podría percibir que obtiene más atención cuando comete faltas que cuando tiene un comportamiento adecuado y adoptar dichas conductas inadecuadas como un modo de obtener atención. Por otro lado, si tu hijo en una reunión pasa el dedo por la torta para comerse la crema y las personas presentes se ríen, tu hijo podría aprender que dicha conducta es una gracia y repetirla para obtener nuevamente la consecuencia agradable de llamar la atención de los demás y generar risas en la familia.
Es así que las conductas de los niños se adquieren en gran medida por las consecuencias que establecemos los adultos, especialmente aquellas emitidas por los padres o cuidadores del niño. Es posible también que el niño aprenda a diferenciar en qué contextos o con qué personas se comporta de un modo u otro dependiendo de las consecuencias establecidas por cada persona o en cada entorno específico. Si por ejemplo las conductas inadecuadas son reforzadas por la madre y no por el padre, entonces es más probable que la conducta del niño sea más regulada en presencia del padre en comparación con las conductas presentadas frente a la madre. Así mismo, si en casa se ponen límites, pero en la calle se es más condescendiente frente a las conductas inadecuadas del niño, la probabilidad de que el comportamiento sea más adaptativo en casa que en la calle es mayor.

Cabe resaltar que existen factores concomitantes que repercuten sobre la mayor o menor probabilidad de adquirir problemas conductuales como el temperamento del niño, el contexto familiar, el estilo de crianza, la estabilidad emocional de los padres, el diagnóstico del niño, la flexibilidad cognitiva, el nivel de leguaje, problemas sensoriales, etc. Factores que deben considerarse en cada caso particular en conjunto con los especialistas para identificar qué otros aspectos podrían estar repercutiendo sobre la presencia de conductas inadecuadas y la mejor manera de manejarlos.
