El papel y el acompañamiento del adulto es fundamental, se puede acompañar con la mirada, verbalmente, con una caricia o cogiendo en brazos. La relación infante adulto es sumamente importante además de que es responsabilidad del adulto procurar para que el infante disponga del tiempo, el espacio y la confianza para que pueda desarrollarse con tranquilidad.
- El papel y el acompañamiento del adulto es fundamental, Se puede acompañar con la mirada, verbalmente, con una caricia o cogiendo en brazos. La relación infante adulto es sumamente importante además de que es responsabilidad del adulto procurar para que el infante disponga del tiempo, el espacio y la confianza para que pueda desarrollarse con tranquilidad.
- El adulto respetará la capacidad autónoma del infante.
- El adulto le anticipará verbalmente al bebé, al niño cualquier acción o movimiento que vaya a ejercer sobre el pequeño: voy a cogerte, voy a limpiarte los mocos, te voy a dejar en el suelo, voy a lavarte las manos…
- El adulto debe estar siempre disponible para responder al infante. Esta respuesta puede ir de la simple presencia, acompañamiento verbal a cogerle en brazos.
- El adulto no le dirá al infante como debe jugar ni explorar ni manipular objetos.
- El adulto no establecerá una dinámica de dependencia motora con el infante. No lo sentará, no lo llevará de la mano ni lo felicitará cuando logre nuevos hitos en su movimiento. El adulto se regocija con el niño y comparte su alegría, pero no es la figura que aprueba o desaprueba.
- El adulto organizará el espacio y los materiales de forma que estos favorezcan el libre movimiento y la actividad autónoma.
Organización del espacio y materiales
Es fundamental pensar en un espacio que promueva y facilite este movimiento libre y esta actividad autónoma. Esto quiere decir que será un espacio seguro, en el cuál el infante podrá moverse a sus anchas y podrá coger y tocar todo aquello que se encuentre.
El espacio y los materiales deben ser siempre seguros y adaptados. Evitaremos dentro de lo posible, zonas de riesgo dentro de la zona de juego que requieran constantemente de un «no» por parte del adulto. Este aspecto nos dará la tranquilidad depoder acompañar a nuestros hijos desde la distancia que él decida y sin conflictos por la seguridad o la conservación de objetos.
Puntos clave para el desarrollo del juego:
- Que la ropa permita y facilite el movimiento libre. Se evita vestirles si no hace frío. Se evitan las capuchas, la ropa demasiado gruesa o estrecha. Siempre que sea posible se recomienda dejarlos descalzos, ya que los pies son un punto de agarre y equilibrio fundamental en el equilibrio y de recepción de información tactil.
- Adecuar espacios amplios con suelos firmes que no se hundan ni se arruguen dificultando el movimiento y el desplazamiento.
- Mobiliario adaptado que permita subir y bajar, moverse en planos inclinados, atravesar túneles…
- Materiales siempre a su alcance, sin exceso y adecuados a cada etapa. Materiales fáciles de manipular, que no necesiten la «ayuda» del adulto. En general se recomiendan lo que se llama «materiales desestructurados«, que no son más que materiales sin un fin en concreto y que en su mayor parte forman parte de la vida cotidiana (tapas, botes, boles, telas, objetos de madera, piedras, aros, tapones de corcho, telas…). Se pueden combinar perfectamente con otro tipo de material más estructurado siempre y cuando no se «enseñen» a usar.
Los bebés y niños necesitan sentirse seguros con el espacio y con los adultos que lo acompañan, lo suficientemente tranquilo para sentir que no hay peligro y poder dedicar su atención en explorar.
Esto seguramente querrá decir que van a necesitar nuestra presencia y si hablamos de bebés, que no vamos a poder irnos de la habitación sin que reclamen nuestra presencia o la de otra persona. Esto es completamente natural y se irá pasando a medida que el infante madure.
Toda esta organización del espacio, el mobiliario y el material tiene el objetivo de que nuestros hijos e hijas puedan moverse y explorar libremente, de forma autónoma y por propia iniciativa.
No quiere decir solos, quiere decir por sí mismo.
El infante no solo se desplaza para coger objetos, se mueve para expresar sus emociones, su pensamiento se da en ese movimiento, toma decisiones en ese movimiento y se conoce a sí mismo, a los otros y el mundo en ese movimiento.
No se trata que si se mueven o no mejor, se trata de cómo han llegado a ese punto, cuál ha sido el proceso y cómo lo han hecho y lo hacen sentir, que imagen le devuelvas de sí mismo y del mundo que lo rodea.
Los objetivos por los que se trabaja el Movimiento Libre son el desarrollo de la capacidad autónoma, un sentimiento de competencia sólido y una personalidad armónica en el bebé/niño/a.
Lic. Marlene De La Cruz Santos
Jefe Técnico del Servicio de Terapia Física
Pikler, Emmi Moverse en libertad. Desarrollo de la motricidad global. Ed. Narcea. Madrid